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BIBLIOGRAFÍA
Arteguías
Wikipedia
En clave de
Románico |
DEFINICIÓN
◄ volver
En
arquitectura, se denomina
estilo románico al
resultado de la combinación razonada y armónica de
elementos constructivos y ornamentales de
procedencia latina, oriental (bizantinos, sirios,
persas y árabes) y septentrional (celtas,
germánicos, normandos) formado en la Europa
cristiana durante los primeros siglos de la baja
Edad Media.
La época normal del desarrollo del estilo románico
abarca los siglos XI y XII , pueden
incluirse otros siglos ya que, algunos edificios del
siglo X, podrían calificarse como románicos; otros
edificios se erigieron durante la época gótica hasta
casi alcanzar el Renacimiento.
El arte
románico en España es tan solo una variedad regional
del estilo arquitectónico, escultórico y pictórico
de los siglos XI, XII y parte del XIII, desarrollado
en Europa.
VARIEDADES
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Podemos
hablar de un románico
"sencillo" y un
románico
"transición" incluyendo, en este
segundo, aquellos edificios que tienen aspecto
románico pero que presenta arcos ojivales o
apuntados, no cubiertos con bóveda de crucería.
Aparece, como variante del
"sencillo", a
mediados del siglo XI y coexiste con él.
Otra distinción puede hacerse entre románico
"sencillo" y románico "florido".
El primero surge en la época inicial del
estilo y se extiende hasta entrado el siglo XII.
Presenta edificios relativamente sencillos en sus
adornos con puertas y ventanas que pueden dar cierto
aspecto de pesadez y tosquedad que se perderá a
medida que avanza el siglo XII pero dependiendo de
cuestiones locales o regionales o bien de las
diferentes escuelas artísticas.
No obstante, esta división entre
"sencillo" y
"florido" puede servir, en muchos casos, para
determinar la cronología de los edificios de este
tipo en una misma región o localidad. En España,
puede ubicarse en el segundo grupo (desde mediados
del siglo XII hasta bien entrado el siguiente) los
edificios románicos que ostenten exuberancia
ornamental o gran finura de ejecución de los
detalles.
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ELEMENTOS MÁS CARACTERÍSTICOS
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Tradicionalmente se atribuyen una serie de
características generales al estilo románico:
solidez de la construcción,
gran anchura de
muros para poder resistir las fuerza y tensiones
de la estructura, uso del
arco de medio punto
y
bóveda
de medio cañón y
de arista,
escasez de vanos.
Pilar
compuesto y de núcleo prismático.
Fábrica sobre planta
de
cruz latina, pueden aparecer
ábsides
semicirculares y aparecer una
cúpula
poligonal.
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MATERIALES EMPLEADOS EN LA CONSTRUCCIÓN
◄ volver
Los
materiales básicos empleados en la arquitectura
románica son:
Piedra de
sillería o
sillar
(bloque de piedra labrado como un paralelepípedo).
Frecuentemente estos sillares eran marcados por los
canteros con marcas para su posterior cobro. Las
paredes así elaboradas tenían dos finas capas de
sillería y en medio una masa de ripio
(pequeñas piedras normalmente procedentes del
tallado de los sillares).
La colocación o
aparejo de la sillería puede
ser a
soga y
tizón (alternando la
disposición en forma paralela y perpendicular a la
dirección del paramento),
encintada, en
hileras, etc.
Sillarejo (piedra más pequeña, de peor
labrado y ajuste, realizada con martillo devastando
directamente la piedra bruta).
Mampuesto (piedra no labrada o de
labrado tosco). Frecuentemente se usaba el
"calicanto" a base de mampostería aglutinada con
argamasa (mortero de cal, arena y agua).
Otros materiales usados fueron el ladrillo
(sobre todo en España), la madera (para cubiertas de
templos no abovedados), la pizarra y el barro
cocido (tejas de tejados).
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Planta

Transepto
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PLANTA
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La
planta típica de una iglesia románica es la
basilical
latina. Puede presentar tres
naves o
tener naves y
crucero de brazos
salientes. En el
testero o
cabecera,
que siempre mira a Oriente (al este), aparecerán
tres o cinco
ábsides semicirculares de frente
o formando corona, cada uno de los cuales presenta
tres ventanas en su muro. En los pies del templo se
alza un
pórtico o
nárthex, en la zona
de la entrada, flanqueado por dos torres
cuadradas.
Aparecen iglesias rurales o menores con una nave sencilla, un ábside sin crucero saliente
y sin torres junto a la portada. Otras, de
grandes monasterios o de los santuarios visitados
por numerosas peregrinaciones, presentan un amplio
transepto o
crucero y
sus naves laterales se prolongan en torno a la capilla mayor
formando la girola o nave semicircular que da
paso a diferentes capillas absidiales, que se abren
a dicha capilla mayor a modo de corona.
Algunas iglesias tienen los brazos del crucero
convertidos en sendos ábsides que con el central
forman una especie de gran
trifolio.
Las iglesias de los templarios y de otras órdenes de
caballería afines se hallan, por lo común, sobre
planta
poligonal o
circular y son de
escasas dimensiones. Asimismo, existen pequeños
oratorios de planta circular que fueron capillas
funerarias o que estuvieron unidas a fortificaciones
como oratorios militares y no faltan otras que
siguiendo el estilo o inspiración bizantina se
disponen a modo de cruz griega y de
cuadrifolio. |
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CONTRAFUERTES
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Los
soportes característicos de un edificio románico
son: el
pilar compuesto y el
estribo o
contrafuerte adherido exteriormente al muro.
Los contrafuertes sirven para reforzar los muros y
servir a la vez de
estribo o
contrarresto a
los
arcos y
bóvedas (junto con los
pilares compuestos que tienen la misma función): son
visibles al exterior, lisos y de forma prismática.
Pero cuando se adhieren a los ábsides aparecen
frecuentemente a modo de columnas que sostienen el
alero. Los muros están formados de
sillarejo
o de sillares desiguales con poca regularidad en las
hiladas. |

Arquivolta

Columnas |
ARCOS,
COLUMNAS Y PILARES
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El
pilar va montado, ordinariamente, sobre un
zócalo cilíndrico o de poca altura y se compone de
una
pilastra simple o compuesta que lleva
adosadas a cada frente o a alguno de ellos una o dos
columnas semicilíndricas (o en vez de éstas,
otras pilastras más estrechitas) con objeto de dar
pie a los arcos formeros y a los transversales o
fajones.
Las
columnas tienen
basa y
capitel
igualmente adosados al núcleo central prismático.
Hay también columnas exentas y pareadas, de dos en
dos, o de cuatro en cuatro pero no se hallan de
estas formas ordinariamente sino en los claustros,
pórticos, galerías y ajimeces.
Los
capiteles románicos ofrecen especial
interés por lo variado de sus formas y por las
curiosísimas labores con que suelen decorarse. En su
gran mayoría se forman con un grueso prisma o de un
tronco piramidal o de cono invertido en cuyos
frentes lleva esculpidas labores geométricas
entrelazadas o motivos vegetales que en forma de
hojas le rodean o asuntos simbólicos e históricos.
El capitel va coronado por un
ábaco grueso el
cual se halla casi siempre decorado con molduras u
otros ornamentos propios del estilo y frecuentemente
lleva por su parte inferior una serie de
modillones cuadrados que parecen almenas. En las
columnas geminadas o yuxtapuestas suele cubrir el
ábaco a todo el grupo de ellas uniendo así sus
capiteles.
Las
basas de las columnas tienen la forma
toscana o
ática pero con el toro inferior
ancho y aplastado y suelen llevar en las
enjutas
o ángulos del
plinto una figurilla caprichosa
o bien una garra que aparenta sujetar con el plinto
la moldura curva o toro que en él descansa. En el
siglo XII se ornamentan frecuentemente las basas con
diferentes labores propias del estilo.
Los
arcos de construcción se apoyan
inmediatamente sobre el ábaco y son de
medio punto o
peraltados y casi siempre
dobles o triples, es decir, que cada uno de ellos
consta de dos o tres semianillos adheridos uno
debajo de otro siendo más ancho el de encima. Cuando
se adorna con molduras propiamente dichas, se
denuncia la segunda época del estilo y se presentan
ellas en forma de un baquetón grueso, bordeando la
esquina del arco. Propio asimismo de la segunda
época (siglo XII) es el arco apuntado, también
llamado ojival, que a veces se halla en edificios
románicos como medio constructivo para disminuir el
empuje lateral (sin que por esto sea indicio de
estilo gótico si falta la bóveda de crucería) y
nunca como ornamento.
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Bóveda de medio cañón

Bóveda
de arista

Cúpula
sobre pechinas |
CUBIERTAS
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Cubierta interior
La cubierta interior de la naves y estancias
diferentes consiste por lo general en la
bóveda
de
medio
cañón (ocasionalmente,
apuntada
como los arcos) para la nave central; de
arista
o
de cuarto de cañón para las laterales y de
concha o de
cuarto
de
esfera para los
ábsides, alzándose sobre el crucero una cúpula
poligonal apoyada en
trompas (a estilo
persa) que se colocan en los ángulos o rincones
resultantes del encuentro de los arcos torales.
Dichas trompas se constituyen por una bovedilla
semicónica o por una serie de arquitos en
degradación que hacen el mismo oficio.
Algunas
veces, según la escuela a que pertenezca el
edificio, la nave central lleva
techumbre de
madera o carece de cúpula o por el contrario, la
tiene verdaderamente esférica y elevada sobre
pechinas a estilo bizantino.
La
dificultad y la diferencia mayor que se hallan en
estos edificios estriban en el problema de combinar
el abovedamiento de todas las naves con la
iluminación suficiente de la central y, además, en
dar al crucero o al encuentro de las naves un
equilibrio muy estable y una cubierta proporcionada:
las soluciones varias que se dan a este doble
problema constituyen las diferencias principales de
la escuelas arquitectónicas del estilo románico.
Cubierta exterior
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La cubierta exterior o
tejado insiste sobre
las bóvedas mediante una armadura sencilla de madera
que se apoya en ellas pero en el siglo XII se hace
independiente esta armadura y es sostenida sólo por
los muros para no cargar de peso las bóvedas y
cúpulas. Sobre la cúpula poligonal del crucero se
eleva una
linterna prismática ya formando
cuerpo con ella, ya estando independiente a modo de
domo. Dicha linterna se termina por una cubierta
piramidal, semejando el conjunto una torre de base
ancha y poca altura que, a veces, ejerce también
funciones de campanario.
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PUERTAS
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Las
puertas se hallan formadas por una serie de
arcos
redondos concéntricos y en degradación apoyados
en columnillas de suerte que todo el conjunto forma
una especie de
arco abocinado y
moldurado
contribuyendo al mayor efecto visual el mismo grosor
del muro que suele formar allí un cuerpo saliente.
Algunas
portadas carecen de
dintel y de
tímpano
pero por lo general se hallan provistas de uno y
otro y entonces se esculpen sobre el último
relieves simbólicos o iconísticos y a los lados
de la portada o en las jambas y aun en el mismo arco
abocinado se disponen variadas series de labores
ornamentales en relieve, flanqueándose, a veces, con
estatuas el ingreso en las iglesias más suntuosas. |
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VENTANAS
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Las
ventanas se abren casi siempre en la fachada y en el
ábside y algunas veces en los muros laterales. Son
bastante más altas que anchas y terminan por arriba
en arco doble, generalmente plano o de arista
viva apoyado sobre columnitas como las de la portada
y cuando estos arcos se rodean de molduras
finas o baquetones o cuando las ventanas han
dejado la primitiva estrechez, pertenecen a la
segunda época del estilo. Hay también
ajimeces,
óculos y pequeños
rosetones,
correspondiendo estos últimos al último periodo.
Se cierran las ventanas con vidrieras incoloras o de
color en algunas iglesias suntuosas o con láminas
traslúcidas de alabastro o yeso cristalino o con
simples celosías de piedra perforada y en las
iglesias pobres con simples telas blancas enceradas
o impregnada con trementina. De aquí que hayan de
ser poco extensas las ventanas de esta época (lo
mismo que en la precedente) hasta que se fue
ensayando y generalizando el uso de grandes
vidrieras. |
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CORNISAS
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Las
cornisas, lejano recuerdo de los clásicos
arquitrabes forman como una
imposta corrida
sobre
pilastras y
muros y a
continuación de los
ábacos de los capiteles y
adornan el
frontispicio colocadas encima de
la portada o debajo de la ventanas. Llevan adornos y
molduras y a menudo (al igual que el frontón y el
alero o
tejaroz, que también son
cornisas) están sostenidas por canecillos o por
series de arquitos ciegos. |



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ORNAMENTACIÓN
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La
ornamentación típica del estilo románico se realiza,
fundamentalmente, en las cornisas, arquivoltas,
capiteles, puertas y ventanas y consiste en un
conjunto de
líneas geométricas quebradas o en
sisas,
billetes,
ajedrezados,
dientes de sierra,
puntas de diamante,
lacerías,
arquerías o
arquitos
ciegos,
rosetoncitos,
follaje
serpenteante y otros motivos vegetales
siempre estilizados o con escasa imitación de la
naturaleza.
También
se utilizan los relieves y
estatuas
iconísticas, los
mascarones o
canecillos, los bestiarios (monstruosas
figuras de animales) y los relieves
simbólicos.
Se decoraban los muros interiores con varias
pinturas de dichos motivos y de escenas
religiosas o bíblicas y los
pavimentos alguna
vez con mosaicos.
Por
regla general, se halla íntimamente unida con la
estructura en los edificios románicos su decoración
escultórica, de modo que sirva ésta para acentuar
los miembros más salientes de aquella y no sea como
vestidura postiza del edificio. No obstante, se
observan en algunos edificios esculpidos varias
figuras de monstruos como aplastados por las basas
de las columnas o de relieve en el zócalo de las
fachadas con idea evidentemente simbólica o moral ya
que no la tienen arquitectónica.
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Pulsa
para identificar
los elementos de una iglesia románica |
ESTRUCTURA
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La
estructura general de una iglesia románica puede
inferirse de lo dicho sobre la planta, soportes y
bóvedas. Sólo falta comentar que toda la composición
interior se acusa exteriormente por los
contrafuertes que señalan los tramos de la
planta. Asimismo, por las
impostas corridas
que indican las divisiones de la alzada. Por las
ventanas y
arquerías, que responden a los
triforios interiores o a sus equivalentes y a
las diferencias de altura en las naves, etc.
En las
fachadas bien dispuestas se advierte una gran
cornisa sostenida por
canecillos sobre la
portada, una o tres ventanas o un
rosetoncito
en lo alto, dos o tres series de arquerías ciegas a
diferentes niveles y un
frontón o
piñón
bordeado por una cornisa en el término superior del
muro. |
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