Abel acabó de leer su libro en unas cuantas visitas más, y se alegró de acabarlo, porque lo que estaba pasando a su alrededor era mucho más emocionante que ningún libro. Ahora le gustaba tumbarse al calor del sol, en los trozos de suelo despejado, y formar parte del despertar del mundo.
La isla de Abel
William Steig. Ed. Blackie Books, 2018