





Los materiales didácticos que se recogen bajo el título de La pervivencia del mundo romano en Castilla y León pretenden ser una reflexión sobre nuestros orígenes. O, más exactamente, sobre una parte de ellos. Concretamente aquellos que se remontan a la romanización, el proceso por el cual nuestros antepasados asumieron la cultura del pueblo romano en todas sus dimensiones. La romanización como punto de partida y elemento de cohesión entre todas las provincias que conforman la Comunidad Autónoma no es sino un pretexto para que nuestros alumnos tengan la posibilidad de encontrarse con sus raíces, tanto lingüísticas como culturales, así como de desarrollar la capacidad de situarlas en un tiempo y un espacio concretos. Mediante estos pequeños materiales intentamos también fomentar en ellos la búsqueda e identificación de aquellos aspectos de las culturas antiguas que conservamos con mayores o menores transformaciones. La lengua con que nos expresamos día a día, costumbres cotidianas de la vida privada que hemos heredado sin que tengamos conciencia de dicha herencia o aspectos de la vida pública que sentimos erróneamente como novedosos son algunos de los descubrimientos que ofrece este sencillo viaje al pasado. Un viaje que nos permite desarrollar la capacidad imaginativa de nuestros jóvenes –nuestro futuro- que han de aprender no solamente a apreciar el inmenso patrimonio artístico que poseen sino también a valorarlo desde un punto de vista estético y creativo. Y a identificar la influencia inevitable de unas civilizaciones sobre otras porque, tal y como escribía Cicerón, “Nihil enim semper floret, aetas succedit aetati”: Nada hay que florezca siempre, a una edad le sucede otra.
Los materiales que aquí se presentan abordan diferentes aspectos de la romanización. Creemos que, a pesar de estar centrados en un lugar determinado (Astorga, Clunia, Las Médulas...), desde ellos se puede trascender el ámbito puramente local para alcanzar un enfoque general sobre la vida urbana, la actividad agraria, las infraestructuras, la economía. Desde este punto de vista no son, pues, más que puntos de partida que esperamos puedan ser útiles para que quienes los utilicen puedan encontrar alguna idea que pueda ser plasmada en alguna actividad académica o lúdica. Y, sobre todo, que sirvan para rastrear la gran cantidad de elementos del mundo romano que han pervivido en nuestra sociedad hasta bien avanzado el siglo XX y el modo en que han conformado hasta la actualidad nuestros modos de ser y de vivir. Vale.
