Dentro del ingente patrimonio artístico y cultural que hemos heredado de Roma, las calzadas son probablemente los elementos menos valorados. Por su condición de obras de ingeniería y arquitectura utilitaria. A pesar de que, sin embargo, muchos estudiosos modernos coincidan en referirse a ellas como el principal monumento de la romanización. Roma desarrolló su red viaria paralelamente a su expansión militar y a través de ella extendió su cultura uniformando hábitos políticos, militares, administrativos o sociales. Las calzadas romanas fueron de esta manera torrente colosal de ideas, como más tarde lo serían en época medieval otros grandes caminos europeos. Uno de los ejemplos más ilustrativos que conservamos en nuestro territorio es la Vía de la Plata, ejemplo paradigmático de calzada romana llamada a pervivir hasta la actualidad por su importancia en los siglos posteriores como vía de peregrinación Santiago o cañada real.