Declaradas por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1997, Las Médulas son el grandioso vestigio de la que fue, entre los siglos I y III de nuestra era, la mayor explotación de oro de toda la Hispania romana. Y aunque hay pruebas evidentes de que los pueblos indígenas ya extraían este metal, fueron los romanos quienes lo hicieron de manera intensiva y con técnicas mucho más avanzadas: la ruina montium de que nos habla Plinio el Viejo, consistente en la excavación de una red de galerías en el interior de las montañas que se desplomaban al introducir en ellas trombas de agua previamente acumuladas en depósitos. Todos los indicios apuntan a que la conquista del noroeste de la Península Ibérica se debió a razones económicas: Roma sometió a los astures para garantizarse un metal estratégico convirtiendo su territorio en la principal zona aurífera de Hispania y, probablemente, del Imperio.
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