La identidad digital es el conjunto de información personal que se comparte y se encuentra en línea en internet y que ofrece una imagen y reputación sobre la persona afectada. Dicho de otro modo, es la imagen que una persona proyecta ante los demás a través de Internet. Esta imagen se genera a partir del conjunto de publicaciones que realiza y del resto de información que se puede encontrar acerca de una persona en Internet.
Las generaciones actuales de adolescentes y jóvenes están siendo los primeros en experimentar los efectos de su vida digital, a través de la creación de identidades digitales mantenidas en el tiempo. Para ellos no existe un mundo real y otro virtual, ambos son reales, pero ocupan diferentes espacios.
Por ejemplo, cuando una persona publica fotos, comentarios y contenidos que comparte en la red, esta información contribuye a crear una imagen que la define en Internet, con sus gustos, sus amistades, su forma de relacionarse con los demás, etc.
Toda esta información conforma el perfil e imagen de la persona ante los demás a nivel social. Pero hay que tener en cuenta que, en ocasiones, esta imagen que se muestra en la Red no se corresponde con la imagen que tiene fuera de Internet.
Por ejemplo, esto puede suceder cuando presenta en línea una imagen más idealizada de sí mismo, o incluso cuando se crea una identidad ficticia. Hoy en día la mayor parte de los menores ya tienen una identidad digital desde el mismo momento en que nacen, o incluso antes, sus familias envían, comparten o publican su primera foto a través de Internet. Esto da una idea de lo complejo que puede llegar a ser controlar la identidad digital personal.
En los siguientes vídeos se puede ver hasta qué punto nos puede afectar la información personal publicada en la red:
En el mundo físico hablar tanto del prestigio o reconocimiento de ciertas personas es habitual, como de la mala imagen o reputación de otras. En Internet, al valorar de manera positiva o negativa la imagen pública de una persona, estamos hablando de su reputación online.
Esta reputación en Internet depende de las opiniones y consideraciones de otras personas, pero también de la propia reputación de los contactos en Internet, los mensajes personales que comparten (etiquetas, menciones, comentarios, etc.) e incluso del resto de datos que se van dejando públicamente en la red sin ser conscientes.
A menudo no tiene por qué coincidir necesariamente con lo que la persona publica o está transmitiendo, sino con lo que los demás piensan de su imagen y de su forma de actuar, relacionarse o expresarse.
Por eso a la hora de comunicarse por Internet una de las claves esenciales es hacerlo con respeto. De no ser así, asociar a la persona con comentarios inapropiados, denigrantes o delictivos podría dañar su reputación.
La imagen personal genera en los demás más o menos confianza, lo que puede ayudar a abrir puertas y oportunidades o a cerrarlas tanto dentro como fuera de Internet.
En el siguiente vídeo se puede ver hasta qué punto nos puede afectar la información personal publicada en la red en cuanto a la reputación personal:
4.3. Relación entre privacidad, identidad digital y reputación.
La gestión de propia privacidad permite elegir lo que se muestra de la persona y cómo se hace, de modo que influye directamente en la imagen que proyecta en Internet y en su identidad digital.
Por ejemplo, si se configuran adecuadamente las opciones de privacidad de las aplicaciones y redes sociales, se podrá elegir quéfotografías se quieren mostrar públicamente, cuáles se desean compartir de manera privada solo con ciertas personas y cuáles se quieren guardar para uso personal.
Además, una correcta gestión de las opciones de privacidad permitirá limitar la exposición inconsciente de otros datos personales, como la huella digital. Por ejemplo, se puede evitar que se registre una ubicación, que se muestre un perfil privado en búsquedas, etc.
Respecto a la reputación online de una persona, son los demás quienes valoran positiva o negativamente su imagen en Internet, así como el resto de los datos que esa persona ha dejado públicamente en la Red.
La gestión adecuada de la propia privacidad, al controlar y moderar la información que se expone a modo individual repercute directamente en la posibilidad de evitar opiniones negativas de los demás.
Por ejemplo, si los menores se abstienen de publicar unas fotografías que muestren comportamientos irresponsables o denigrantes, pueden evitar generar un rechazo en sus amistades o conocidos.
Por eso, en función de cómo gestionen los menores su privacidad,contribuirán a generar una huella en Internet que dará forma a su identidad digital y condicionará cómo les ven los demás, o lo que es lo mismo, de la reputación que van generando.
En el siguiente vídeo se puede ver la relación entre la identidad personal y la reputación personal:
4.4. Riesgos de una inapropiada gestión de la privacidad.
No gestionar adecuadamente la identidad digital puede acarrear una serie de peligros. Entre ellos:
Contribuir negativamente a la identidad y reputación
Publicaciones en la red de información sensible (imágenes, vídeos o comentarios) que conlleven un impacto negativo en la construcción de la identidad y reputación personal.
Conviene prestar atención especial a la difusión de imágenes propias de carácter sexual (sexting), especialmente si aparecen menores, como puede ser caso de que esta práctica se lleve a cabo por parte del alumnado.
Uso malintencionado de información privada por parte de terceros:
Especialmente cuando se utilizan imágenes, vídeos, confesiones de otras personas con la intención de perjudicarlas y atormentarlas. Por ejemplo, creando memes o caricaturas multimedia hirientes o suplantando su identidad en redes sociales.
Cuando esto se realiza de forma reiterada sobre la misma persona es lo que se conoce como ciberacoso (ciberbullying). Se debe prestar muchísima atención si estas conductas se producen entre menores y/o parte del alumnado y actuar cuanto antes siguiendo los protocolos establecidos para ello.
Grooming
Es la práctica en la que depredadores sexuales que se aprovechen de su información para tratar de ganarse la confianza de la víctima con el fin de abusar sexualmente de ella.
Puede implicar el uso de información sensible(confesiones, imágenes subidas de tono) para extorsionar a la víctima y que acceda a sus peticiones. Este tipo de prácticas son un delito y es especialmente grave cuando ocurre con menores.
Por eso será fundamental también, actuar cuanto antes si se detecta algún indicio, siguiendo los protocolos establecidos y poniéndolo en conocimiento de las autoridades pertinentes.
En el siguiente vídeo se pueden ver los peligros del grooming:
Uso de datos de contactos con intenciones fraudulentas
Ciberdelincuentes utilizan datos de contacto (por ejemplo, el correo electrónico o el teléfono) en campañas fraudulentas de forma que se expongan a intentos de infección por virus o ser víctima de fraudes(por ejemplo, campañas de phishing).
Uso comercial de su información personal
Se refiere a la generación de perfiles de consumidor (hábitos de navegación, gustos y tendencias) por parte de empresas y agencias de publicidad, que suponen una preocupación por el desequilibrio de poder existente entre la sugestión que produce la publicidad y la capacidad crítica de los consumidores para analizarla de manera apropiada.
Sexting
El sexting se define como el envío de contenido de tipo sexual, principalmente fotografías o vídeos, producido por el propio remitente, a través del móvil u otros medios digitales. Conviene resaltar que la producción del contenido se realiza de forma consciente por sus protagonistas y es enviado inicialmente por ellos mismos a otras personas, por lo que está íntimamente relacionado con la gestión de la privacidad.
Los riesgos de esta práctica comienzan con la divulgación de estas imágenes o vídeos entre personas que no eran los destinatarios. Al tratarse de contenidos íntimos, su difusión conlleva sin duda una pérdida de privacidad, de tal modo que se produce un daño en la reputación de la víctima, deteriorando su imagen pública.
El sentimiento de humillación y traición que implica puede provocar también la falta de confianza en futuras relaciones, además de problemas psicológicos como ansiedad y depresión.
Asimismo, esta divulgación también puede acarrear consecuencias más complejas:
Ciberbullying. La humillación pública puede dar pie a conductas de acoso al protagonista, derivando en una situación de ciberacoso.
Extorsión y chantaje. El contenido también puede utilizarse como herramienta de chantaje, solicitando cualquier “recompensa” (económica o de otro tipo) a cambio de no difundirlo.
Riesgos físicos. Estos contenidos pueden utilizarse por agresores para seleccionar a sus víctimas. En ocasiones los contenidos muestran elementos que ayudan a determinar la localización fácilmente (centro donde estudian, domicilio, geolocalización, etc.) o cuando los metadatos que pueden incluir las imágenes y vídeos señalan el posicionamiento donde se han originado.
En el siguiente vídeo se puede ver en qué consiste el sexting:
Se debe prestar especial atención a estos peligros entre el alumnado. Ya que, entre los adolescentes principalmente, la práctica del sexting influye en gran medida la etapa de su despertar sexual.
En esta etapa, el desarrollo de su sexualidad comienza a tener un papel importante, pero no siempre se desarrolla de forma saludable. Para ellos estas prácticas pueden suponer una prueba de confianza en pareja o una manera «más adulta» de flirtear o atraer a alguien.