Leer es una actividad compleja, enseñar a leer también lo es.

Cuando un colegio o instituto elabora su Plan de lectura de centro, intenta dar respuesta al reto de lograr que su alumnado sea un lector activo y eficaz de los textos habituales en su etapa, tanto para el aprendizaje, como para el disfrute personal y la interacción social.

Un Plan de lectura es un marco organizativo en el que debe consolidarse y potenciarse lo que el centro ya hace bien, todas las buenas prácticas docentes y todas sus respuestas organizativas al respecto. Pero en él también se ensayan nuevas formas de actuar para dar respuesta a carencias lectoras del alumnado y a nuevas posibilidades y necesidades de lectura en la sociedad de la información y del conocimiento, siempre partiendo de su propia realidad y contexto.

Para hacerlo posible, es de gran interés que los centros utilicen dicho Plan como cauce para:

  • hacer explícito el concepto de lectura del que parten, así como su concepto de desarrollo lector y de autonomía lectora.
  • coordinar todas las acciones concretas destinadas a mejorar la destreza lectora, en todas sus facetas, potenciando la diversidad de prácticas de lectura en contextos de actividades diferentes.
  • evaluar la capacidad lectora de su alumnado, antes y después del Plan.
  • evaluar la coordinación de las acciones desarrolladas.

Si leer es una actividad compleja, enseñar a leer también lo es, por lo que un Plan de lectura de centro debe integrar estrategias y actividades que atiendan las diversas finalidades del acto lector. Así, cuando describimos el acto lector, podemos dar prioridad a una visión funcional, educativa o lúdica del mismo; es decir, nuestro Plan puede pretender con diferente intensidad que el alumnado sepa leer para aprender; para alcanzar objetivos personales y para disfrutar de la lectura.

Además, debe hacerlo teniendo en cuenta los nuevos tipos de textos generados en el entorno digital, las interacciones que permiten y las nuevas formas de lectura que hace posible el texto electrónico.

Por todo ello, debemos entender que estos Planes de lectura de centro no son solo Planes de fomento de la lectura por placer, sino una apuesta por hacer de la lectura y la escritura el principal medio de aprendizaje. No son el documento para programar acciones puntuales sino para incidir organizadamente en las prácticas cotidianas de lectura en el centro.

Se pretende que sean Planes que diseñen prácticas lectoras diversas, explícitas y coordinadas. Es adecuado que sean Planes que aumenten la relevancia de la autonomía lectora en el éxito académico y en el desarrollo integral del alumnado. Son una respuesta organizativa para aumentar el peso de la lectura en todas las áreas del currículo, a partir del uso de formatos diversos de textos, repensando y coordinando el tratamiento educativo que reciben.

El objetivo de estos Planes de lectura de centro, por tanto, no es sólo hacer  leer más sino enseñar a leer mejor, sea cual sea la finalidad con la que se lea y el soporte que se utilice. Por ello, el Plan abordará no solo los textos que se leen sino lo que se hace con ellos. Solo desde esa previsión se podrá colaborar radicalmente en educar a personas que sean capaces de aprender a aprender, que sean capaces de saber buscar e interpretar información. Personas autónomas para su vida personal y social.

Nunca “leemos”, siempre “leemos para”. De hecho, interactuamos de forma diferente con los textos de acuerdo con lo que necesitemos de ellos, utilizando diferentes estrategias para introducirnos en los textos, para movernos en su interior y entre ellos. Por ello, el objetivo global debe ser saber usar una mayor variedad de textos para diferentes finalidades, tanto de uso educativo como personal.